lunes, 10 de septiembre de 2007

Naufragio La Luz

Nossa Senhora da Luz

Declarado de Interés Nacional, febrero de 2002


Esperó pacientemente en el Río de la Plata, durante tres años, el ex –velero de guerra portugués “Nossa Senhora da Luz”. Tenía una misión secreta: realizar un embarque para el Reino de España. Su figura se hizo conocida dentro de la bahía del Puerto de Montevideo y los marinos ya no le daban mayor importancia a su prolongada estadía en este apostadero naval.
De todos modos, para aquellos más inquietos, resultaba curioso que un galeón de su porte, permaneciera tres largos años varado, en el puerto.
El tiempo de vida útil de este tipo de embarcaciones, se calculaba en veinte o veinticinco años. No podía ser que “La Luz”, continuara allí, durante tres largos años, sin razón. ¿Qué esperaba? Era todo un secreto.
Era propiedad de los herederos de González- Beltrán Larrique y Cía. y Vargas Mesías. Tenía patente como “navío de registro”. Sus casi 177 toneladas- llevaba en sus bodegas un poderoso armamento- apropiado para un navío que piensa iniciar la travesía “sin protección” hacia el viejo continente.

El embarque precioso

En 1749, comienza en Chile una incansable fabricación de monedas a “máquina” con matrices. Tenían peso exacto y garantía real de que el oro que poseían fue ensayado por representantes del Rey.
Durante 1749, 1750 y 1751, la Casa de la Moneda de Chile trabajó ardientemente para realizar monedas de oro de 4 y 8 escudos. Estos últimos eran llamados doblones, pelucones, u onzas.

Gran parte de lo fabricado fue enviado en secreto, vía terrestre a Buenos Aires y luego al Puerto de Montevideo. Sería embarcado, muy discreto, en el navío de Nuestra Señora de la Luz, con destino al Puerto de Cádiz.
El valor declarado en la documentación oficial entre pesos dobles, doblones, tejos de oro, plata labrada y sencilla ascendía a 1.084.075 pesos de la época. Era un verdadero tesoro. Una estancia en la localidad de Canelones, en ese entonces valía $200.- y una en Solís Chico apenas $ 140.-. Un cálculo aproximado podía equivaler que el valor de lo embarcado a 5.000 estancias en Uruguay.

Manifiesto de embarque

El manifiesto de embarque, declaraba la existencia de algunos valores. Pesos dobles, había subido ochocientos noventa y nueve mil ochocientos noventa y dos. Doblones declarados, eran unos ciento setenta y tres mil cuatrocientos ochenta y dos, tejos, cinco mil doscientos diecinueve, monedas de plata labrada por valor de cinco mil doscientos treinta y tres y sencilla, sólo doscientos cincuenta. El total de lo declarado oficialmente fue un millón ochenta y cuatro mil setenta y seis. Pero el valor verdadero de lo embarcado, era muy superior al oficial.

Libre de Salida

En la mañana del 2 de julio, todos los aprestes habían sido dados para que el navío Nuestra Señora de la Luz, saliera, como estaba previsto.El tiempo era propicio. En la nave, se aprontaban a recibir, las últimas cargas de alimentos para enfrentar el viaje.
Una pequeña nave, se alistaba para acercar a aquellos que aún estaban en tierra, pero que debían partir en” La Luz”. Una vez que esta embarcación los reuniera con los pasajeros del navío, debía retornar con los guardas.Sorpresivamente, el viento comenzó a soplar, y esto hizo imposible abordar al galeón. Este tipo de tormentas era muy común en el Río de la Plata y se desencadenaban en muy corto tiempo, sin darles, a los navegantes, la posibilidad de reaccionar.

Sin embargo, el navío salió de la bahía, aunque aún no se sabe por qué, dado que las condiciones no eran las más favorables.Aquellos que permanecieron en tierra y que no pudieron alcanzar el buque, trataron de llegar hasta La Luz, en una embarcación corsaria del Rey, pero el viento cada vez soplaba con más furia.
La maniobra realizada por La Luz, fue fatal y le depararía consecuencias siniestras.
Desde la orilla, observaban el temporal sin poder socorrerlos. Continuaron vigilantes hasta la noche.Durante ese día el Capitán Fonseca y su comitiva, intentaron tres veces llegar al navío, a bordo del barco corsario del rey, sin lograr su cometido ya que la mar era muy peligrosa y hacía imposible embarcar en Nuestra Señora de la LuzUn violento “pampero” con vientos que fueron superiores a 100 km por hora, llegó en la tarde. El cielo se oscureció y los que estaban en la costa perdieron a Nuestra Señora de la Luz de vista. La oscuridad de la noche llegó antes de hora.El ulular del viento aulló durante toda la noche. A la mañana siguiente, todos comentaban que habían soportado un temporal de inusitada fuerza, jamás recordado.

Al amanecer, la gran nave, había desaparecido. Todos temieron lo peor. Otros afirmaban que se había ido “ a correr el temporal”, pero ningún rastro quedaba de ella.El navío Nuestra Señora de la Luz, se encontraba a escasas tres millas de la costa, (5.500 m) del Puerto de Montevideo.
Con 131 personas a bordo y con “Libre Salida” había esperado que su Capitán Feliciano Fonseca, el Capellán de abordo, algunos tripulantes y otro pequeño grupo de pasajeros, embarcaran para partir rumbo a España. En total este grupo de tierra estaba formado por 22 personas.


Pasado el Temporal

El Capitán de Infantería José Zumelzón, con 15 años en la plaza de Montevideo, declaró: “ha sido el más tempestuoso temporal que he visto en el Río de la Plata"Cuando amaneció Nuestra Señora de la Luz, había desaparecido en el horizonte y no se observaba ninguna vela.Los viejos marinos sacaron sus conclusiones: “picaron los cabos de las anclas y salieron a correr delante del temporal, si tienen suerte en unos días estarán de vuelta en el Puerto”. Los familiares de los embarcados temían por sus vidas.
En las altas esferas de gobierno, comenzaban a desesperarse por el tesoro que transportaba en secreto “Nuestra Señora de la Luz” con destino al Rey.El Gobernador, envió a la mañana siguiente a un cabo de escuadra de infantería y a un soldado, para que, a caballo, reconocieran la costa hasta Maldonado.La incertidumbre se prolongó durante cinco días. Recién el 7 de julio, volvieron el cabo y el soldado, de su misión de recorrida.
No traían absolutamente ninguna noticia del barco. Pero luego, se enteraron que no habían recorrido la playa, como Viana lo había ordenado, sino que ellos siguieron solamente el camino habitual por tierra, dada la gran crecida de las aguas que cubrían la costa.

La Búsqueda

Del Puerto salieron barcos particulares, y los navíos corsarios del Rey en busca del naufragio. Día a día llegaban a las costas, una interminable lista de objetos embarcados en “Nuestra Señora de la Luz”: Cajones, maderámenes, pipas con agua ardiente, vino o agua, barriles, jarcias, velámenes, víveres, ropas y algunas piezas labradas de plata, monedas del mismo metal, algunas de oro y posteriormente cadáveres.
A ¾ leguas de Montevideo, se encontraron una pequeña parte de la primera sección del casco, una legua más adelante otra, dos leguas más sobre la playa descansaban sus mástiles. Poco más allá del Arroyo Pando, se encontró la lancha mayor de “Nuestra Señora de la Luz·”, - en la actualidad ese lugar se llama “Atlántida” y está a escasos 50 km. del Puerto de Montevideo.El naufragio “corrió” por la acción de la fuerza del viento y las corrientes del Río de la Plata.

En los documentos históricos consta que el naufragio se desarrolló en una extensión aproximada a los 40 kilómetros del Puerto de Montevideo.

Los que quedaron en tierraPasajeros:
  • Dn. Francisco Graell, capitán de dragones
  • Dn. Francisco Herrera y Loysaga
  • Dn. Juan Antonio Jijano
  • Dn. Marcos José de Riglos
  • Dn. Francisco Rendón

Total: 5 personas

Familia de sobrecargo

  • Dn. Pedro de Lea, sobrecargo y maestre
  • Dn. Miguel de Carmona, médico
  • Dn. Gregorio de Merlos
  • Dn. Pedro Medrano, 2º maestre y 3er. sobrecargo
  • Dn. Francisco Bruna, escribano español

Total: 5 personas

Gente de la dotación del navío

  • Dn. Felicio Fonseca, capitán del navío
  • Dn. Marcelo Pereyra de Ávila, teniente de Infantería
  • Cristóbal de Torres, sargento de mar y guerra
  • Luis Joseph (de Acuña), sangrador
  • Manuel de Sosa Candelaria, dispensador del navío
  • José de los Santos, marinero
  • Benito de Souza, grumete
  • Francisco Álvarez, grumete
  • Antonio González Londres, grumete
  • Manuel de Silva Carabela, grumete
  • Domingo Machado, grumete
  • Manuel Rodríguez, grumete

Total: 12 personas

Pasajeros y tripulación que llevó el navío

Pasajeros:

  • Dn. Martín de Galain y su hijo, Dn. Juan Francisco
  • Dn. Tomás de Equioz, tercer maestre
  • Dn. Francisco Goyenechea
  • Dn. Bartolomé Revilla
  • Dn. Fermín de Irurzún
  • Dn. José Álvarez Viana
  • Dn. Antonio Balparda
  • Dn. Ventura Ferrer
  • Dn. José Losada Moreló
  • Dn. Lorenzo Buzo
  • Dn. José Bergés
  • Dn. Agustín Conde
  • Y 12 criados entre blancos y negros

Oficiales y gente de la tripulación

  • Dn. Antonio de los Santos, 1er. piloto
  • Dn. Antonio de Vieyra, 2º piloto
  • Dn. Manuel de Silva, 3er. piloto
  • Dn. Miguel de Oliveira Pinto, 4º piloto, hijo del contramaestreFr. Joseph de Sto. Tomás, capellán
  • Dn. José Lombardón , escribano portugués
  • Dn. Juan Cayetano Magallanes, cirujano
  • Joaquín Antúnez y Joaquín de Oliveira, carpinteros
  • Manuel Domínguez y Manuel Ramos, calafates
  • Sebastián de Silva, tonelero
  • Julián González, condestable
  • Manuel de Resurrección, dispensero y repostero del capitán
  • Juan de Barrios, panadero
  • 2 cocineros
  • 18 soldados
  • 8 artilleros
  • 27 marineros
  • 34 grumetes

Total: 131 personas

Los primeros rescates y los buzos de pecho

Luego del siniestro del galeón Nuestra Señora de la Luz, las autoridades preocupadas por el tesoro que la nave transportaba, intentaron todo tipo de salvamentos.
Muchos pescadores de la zona, acostumbrados a nadar en la oscuridad del Río, comenzaron a sumergirse en ellas y se transformaron en “los buzos de pecho”.
Así los llamaban pues, estos hombres buceaban solamente con el aire que podían almacenar en sus pulmones. Sin tecnología alguna, únicamente los movía el afán de encontrar aunque simplemente fuera una pequeña muestra de aquél valioso tesoro.
Para protegerse del frío del agua, cubrían sus cuerpos con grasa y ropas de cuero. También usaban otro recurso: bebían antes de la inmersión grandes cantidades de casasha o aguardiente, lo que los sumía en una suerte de inconsciencia.

Como beneficio a la misión tan arriesgada, recibían el 3% de lo que traían a superficie.Para resguardar lo rescatado, las autoridades del Río de la Plata enviaron hacer un cofre que cerraría con tres llaves: una para el Gobernador, otra para el Apoderado y la tercera para el Oficial de la Hacienda.

Durante varios años posteriores al siniestro de La Luz, continuaron los “buzos de pecho” en su intento de localizar el faltante. A medida que las inclemencias del tiempo, tan habituales en esta margen del río les impedía entrar al agua y cuando al fin lo lograban no cumplían con lo planteado, sus ánimos decayeron, ya que la expedición les resultaba poco provechosa y plagada de dificultades.

Desde el 29.11.1752 al 12.4.1753 se recuperaron: $ 1.029.326


La historia de Nuestra Señora de la Luz

Puerto de Piqueras


En el puerto de montaña de Piqueras, se halla enclavada la ermita en donde se venera esta imagen gótica del siglo XVI. Ella mide setenta centímetros, lleva una corona real y muestra una manzana en su mano. La tradición de esta ermita es la de tener colgado en la puerta un farol con una lámpara de aceite encendida, para señalar el camino a pastores y caminantes. Existe una hermandad formada por trece villas o aldeas que rodean la zona.
La romería en honor de la Virgen es el domingo anterior a la fiesta de San Juan, la que coincide prácticamente con el comienzo del verano europeo.Durante su romería, todos los asistentes son obsequiados con un bollo y un trozo de carne. A esto lo denominan “la Caridad” y se come luego de la misa de campaña.

Lucerna del Puerto

La leyenda de esta Virgen viene del 1503, cuando Juan Bautista de Siruela, superior del convento de los Frailes Franciscanos de Parchilena, se encontraba muy contrariado por los problemas que tenía con el conde de Niebla, un noble de mucho poder.El prior se puso a rezar a la Virgen, mientras le pedía “luz y apoyo”.En ese momento llamaron a la puerta dos muchachos y al abriles, en medio de la noche, se iluminó el portal. Todos creyeron que se trataba de una estrella. La potente luz dejó ver de repente la imagen de Nuestra Señora y los jóvenes desaparecieron al momento.Esa escena ha sido reflejada en un cuadro que se encuentra actualmente en el museo de Santa Clara de Muguer.Años más tarde la imagen fue trasladada a la iglesia mayor del pueblo de Lucerna del Puerto, en donde se la venera con mucha devoción y donde se celebra su procesión y fiesta el día 15 de agosto.